"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Entrevista
Gregorio Rodríguez Cabrero, catedrático de Sociología de la Universidad de Alcalá de Henares
"El Tercer Sector debe potenciar y visibilizar su dimensión reivindicativa y transformadora frente a la instrumental y de corto plazo"
Autor de "El sector de la discapacidad: realidad, necesidades y retos futuros"
30/07/2013
Blanca Abella/Mario García
El futuro del Tercer Sector se basa, sobre todo, en acuerdos de largo plazo en el diseño de las políticas sociales y en su aplicación. Rodríguez Cabrero entiende que, además, el sector debe potenciar sus estructuras y recurrir a los socios para dinamizar sus reivindicaciones y necesidades. El fin último sería lograr un modelo basado en derechos humanos, en línea con la Convención de la ONU sobre Discapacidad. Se trata de una utopía relativa, o sea, posible, asegura el catedrático.
La crisis ha abierto una brecha profunda en la sociedad actual y propicia cambios importantes en todo el Tercer Sector, especialmente en el mundo de la discapacidad. ¿Qué estamos perdiendo en este proceso? ¿Qué pierden las personas con discapacidad y su entorno?
La crisis actual es una crisis profunda, estructural, tanto en lo económico como en lo político e ideológico, sobre todo ideológica. En concreto el modelo mixto de Estado de Bienestar, tal como lo hemos conocido, está sometido a una profunda revisión bajo la presión de factores tanto externos (modelo de globalización neoliberal y modelo europeo de adaptación a la dinámica de la mercantilización del mundo), como internos (crisis de un modelo de crecimiento económico profundamente desequilibrado, retroceso del Estado de Bienestar bajos los dictados de las políticas de consolidación fiscal, crisis del modelo territorial de Estado y crisis de confianza).
En este contexto el Tercer Sector (TS), sobre todo el Tercer Sector de Acción Social (TSAS), el más directamente relacionado con la protección e inclusión social de los ciudadanos, se ve ante una crisis financiera, pero también institucional, que no ha sido capaz de prever en toda su profundidad, y que lastra la capacidad de respuesta frente al incremento de la desigualdad y de la exclusión social. Con menos recursos y más necesidades y demandas sociales el TS está afrontando un elevado estrés institucional que recorre todo el sector voluntario y, como no puede ser de otra manera, el sector de organizaciones de las personas con discapacidad.
En este proceso hay pérdidas de bienestar, extensión de las situaciones de exclusión social y laboral, presión en los hogares y familias que tienen que asumir el coste de prestaciones sociales que se han recortado, es decir, menos cohesión social e internalización por las personas y entidades sociales de los costes sociales y financieros de la crisis.
"Nunca como ahora la presión del corto plazo – respuesta eficaz a las necesidades sociales -, debe conciliarse con reflexiones y miradas a largo plazo sobre el modelo de sociedad que queremos"
A pesar de todo ello, una situación crítica como la actual, ¿puede también ofrecer algo positivo?
Obviamente las crisis son también una oportunidad. Una oportunidad para las personas que se ven confrontadas con la necesidad de organizarse para defender sus derechos sociales y, en su caso, suplir las carencias del sector público. Es también una oportunidad para el desarrollo de la innovación social y trasladar sus resultados al conjunto de la sociedad civil. También una ocasión única, en un cambio de época, para reconstruir el potencial transformador que tienen las entidades sociales, ciertamente debilitado, sin por ello dejar de prestar servicios y dar respuestas a las necesidades inmediatas de las personas. Nunca como ahora la presión del corto plazo – respuesta eficaz a las necesidades sociales -, debe conciliarse con reflexiones y miradas a largo plazo sobre el modelo de sociedad que queremos que, en el caso del TS, es una sociedad más igualitaria, diversa y participativa.
En estos objetivos las organizaciones de la discapacidad tienen un bagaje robusto que tienen que potenciar junto con todo el TS. Por ello hay que preguntarse en qué medida el desarrollo organizativo y económico de los últimos tiempos no ha lastrado la capacidad de reivindicación de derechos y la capacidad de contribuir a la movilización de la sociedad civil; o, dicho de otra manera, si las entidades sociales han estado presentes en las reacciones colectivas frente a los efectos de la crisis con voz propia diferenciada o, por contra, la presión de la demanda ha ocluido la capacidad de movilización y denuncia cívica.
¿Cuáles serán los grandes cambios que deban afrontar las entidades de la discapacidad para superar esta etapa y afrontar la nueva?
Los distintos debates que han tenido lugar los últimos años o el propio II Plan Estratégico 2013-2016 del TSAS señalan los problemas y disfunciones del TSAS en relación con la prestación de servicios (dependencia de los recursos del Estado), la incidencia política (la relativa baja influencia a través de consejos consultivos), la sensibilización social (bajo nivel de comunicación y de participación social) y la articulación del sector (limitada articulación interna).
Son estos cuatro cambios los que marcan la acción del TS en los años venideros: mayor autonomía sin merma de colaboración con el Estado, fortalecimiento institucional; mayor conexión con los movimientos sociales y la sociedad civil en general; mayor incidencia en el desarrollo de la democracia participativa y fortalecimiento de las redes organizativas del TS, sobre todo del TSAS, los que sin duda constituyen la hoja de ruta de la acción institucional. O dicho de otro modo: recuperar la función cívica y reivindicativa; avanzar en la articulación interna; ser actor imprescindible en el diseño y desarrollo de las políticas públicas; y desarrollar uno de sus valores de referencias: la innovación social.
"La forja de la reforma social futura pasa por una mayor complementariedad entre Estado y Tercer Sector como vía de evitar el avance de un Estado asistencial de mínimos y el retroceso de los derechos sociales"
La alianza con las administraciones públicas sigue resultando imprescindible, pero ¿debe ser distinta? ¿cómo debe ser?
Si tenemos en cuenta las tendencias actuales de retroceso en el Estado de Bienestar y la deriva privatizadora no cabe duda que la forja de la reforma social futura pasa por una mayor complementariedad entre Estado y TS como vía de evitar el avance de un Estado asistencial de mínimos y el retroceso de los derechos sociales.
Esta alianza no debe basarse únicamente en la colaboración económica o complementariedad instrumental en la gestión de servicios, que no debe desaparecer, sino también y sobre todo en acuerdos de largo plazo en el diseño de las políticas sociales y en su aplicación. En que el Estado cuente con los valores añadidos diferenciales del TS a la hora de optar por socios eficaces en la gestión de servicios y programas. El precio no es la última opción en las políticas sociales sino el valor. Esto supone que el TS no puede ser para el Estado un espacio para abaratar el coste de la producción de los servicios sino el ámbito favorecedor de derechos sociales ajustados a la diversidad social y a la lucha contra la discriminación y la exclusión. Para que el valor sea el elemento determinante de las políticas sociales en que participa el TS debe potenciar y visibilizar su dimensión reivindicativa y transformadora frente a la instrumental y de corto plazo.
¿Qué otras alianzas son necesarias para el sostenimiento económico de las entidades de la discapacidad?
El sostenimiento económico (constatada la limitación de la financiación pública y la crisis estructural de la Obra social de las Cajas de Ahorro) debe basarse en potenciar varias vías de suficiencia tales como: el recurso a la propia sociedad civil cuya solidaridad ha puesto de manifiesto la crisis; una mayor participación en los recursos de la UE, los Fondos estructurales; al desarrollo de una economía social que dé respuesta a las necesidades que el Estado de Bienestar no da, lo que implica mayor aproximación entre el TSAS y la economía social estrictu sensu; y a una gestión más eficiente de la que forma parte la colaboración creciente entre las entidades del TSAS en las compras, en la formación, en la participación conjunta en proyectos y programas.
"La crisis actual muestra que la articulación no solo es un medio de defensa frente a la incertidumbre sino la mejor forma de avanzar el conjunto del Tercer Sector"
Según se expone en la publicación que usted ha dirigido, 'El sector de la discapacidad: realidad, necesidades y retos futuros', el tercer sector debe reforzar su unión. Si ya hay mucha atomización en el sector de la discapacidad, ¿cómo será posible ese trabajo en equipo?
Está todo inventado si bien no resulta fácil conciliar la necesidad de que surjan y existan organizaciones pequeñas que dan respuesta a necesidades concretas y a exigencias de innovación social con los avances en articulación en el conjunto del sector. Superar la sectorialización es clave así como las pulsiones corporativas que emergen como consecuencia de la rutinización organizativa. La crisis actual muestra que la articulación no solo es un medio de defensa frente a la incertidumbre sino la mejor forma de avanzar el conjunto del TS.
Las plataformas creadas, los planes estratégicos, los programas conjuntos, la participación en planes nacionales, autonómicos y locales de políticas de todo tipo (discapacidad, personas mayores, inmigrantes, infancia pobre, minorías étnicas, entre otros) en que intervienen las entidades del TS constituyen un muestrario de prácticas institucionales de las que se puede aprender e innovar.
"Los socios no garantizan la financiación de las organizaciones sociales, pero las recrean y dinamizan, las conectan con el conjunto de la sociedad civil, amplían el campo de la misión y la exigencia de que los derechos humanos sean el referente de las políticas y las organizaciones sociales"
Otra de las propuestas implica directamente al movimiento asociativo, sugiriendo una mayor movilización de los socios para potenciar la participación y acrecentar el trabajo voluntario. ¿Cree que existe ahora esa fortaleza en las entidades y esa fuerte vinculación desde las bases de las asociaciones?
Ciertamente no o, al menos, dicha vinculación está debilitada. Es necesario recurrir a la sociedad civil, a los socios, a los movimientos sociales de nuevo tipo que la crisis ha hecho emerger. Los socios no garantizan la financiación de las organizaciones sociales, ya lo sabemos, pero las recrean y dinamizan, las conectan con el conjunto de la sociedad civil, amplían el campo de la misión y la exigencia de que los derechos humanos sean el referente de las políticas y las organizaciones sociales. La movilización de los socios y los no socios es el factor de dinamización organizativa más importante en cuanto a nuevas ideas, nuevos líderes sociales y nuevas estrategias.
Otra de las reclamaciones del sector, que queda patente también en su publicación, es la de formar parte de los estudios y análisis que ofrezcan datos e información sobre discapacidad para utilizarlos como refuerzo de sus reivindicaciones. ¿Por qué parece algo tan difícil? ¿Sigue siendo una población invisible o interesa que siga invisible?
Los avances en visibilidad social de las personas con discapacidad son incuestionables así como en inclusión social y laboral. Esto es un logro a valorar muy positivamente. Subsisten las situaciones de exclusión, las barreras de todo tipo que frenan la plenitud de los derechos humanos y así será por mucho tiempo. Pero sobre la base de lo logrado, con el apoyo en otros colectivos en situación de exclusión, es posible avanzar. También se han producido avances en cuanto a estudios e investigación que dan cuenta de las características de los colectivos en situación de exclusión. En este punto es necesario no caer ni en el generalismo (como si no hubiera diversidad) ni en el sectorialismo (como si los derechos humanos no fueran universales). La perspectiva de los estudios debe ser, en mi opinión, recoger al mismo tiempo ambas dimensiones, caminar sobre las dos vías.
"La competencia de la empresa mercantil puede ser una amenaza en el corto-medio plazo en la medida en que aquella pueda expulsar al Tercer Sector, por mayor capacidad financiera, y mediante el recurso a precios bajos"
La competencia de las empresas del sector lucrativo, ¿es realmente una amenaza? ¿Cómo deben afrontar esta situación las entidades de la discapacidad?
La competencia de la empresa mercantil puede ser una amenaza en el corto-medio plazo en la medida en que aquella pueda expulsar al TS, por mayor capacidad financiera, y mediante el recurso a precios bajos. El problema es la calidad y es en este punto donde las entidades sociales pueden operar por varias vías: a) manteniendo el factor calidad en los sectores en los que la empresa mercantil no acudirá por sus bajas economías de escala; b) colaborando puntualmente con la empresa mercantil en proyectos en los que el valor añadido de las entidades sociales es incuestionable; c) insistiendo al Sector Público en que en la licitación de servicios se dé un peso elevado a los valores añadidos del TS (las llamadas cláusula sociales); d) recurriendo a asociaciones temporales o permanentes de entidades sociales en la licitación para reducir la incertidumbre financiera y crear economías de escala internas al propio sector.
"La inversión en empleo para personas con discapacidad es rentable, el Estado recoge más de lo invertido en fomento de contratos en el mercado ordinario, incluso en el mercado protegido"
La tasa de pobreza, los índices de alfabetización y educación y la inactividad del sector de la discapacidad condicionan su presente y su futuro. ¿Cómo se pueden mejorar estos factores tan determinantes?
Mediante la inversión social. La educación es central en la promoción de las personas y en la elevación de sus capacidades humanas y profesionales. Sin educación no hay futuro. La educación es la base para la inclusión laboral y la promoción posterior. En este punto hay que recordar que la distancia existente entre la población general y las personas con discapacidad es aún abrumadora, sobre todo en el caso de las mujeres con discapacidad. Eliminar el núcleo de personas sin estudios, evitar el abandono prematuro y elevar las tasas de personas con bachillerato y estudios superiores constituyen un conjunto de objetivos irrenunciables y que continuarán durante la próxima década.
Del mismo modo, garantizar una renta mínima a los ciudadanos a la vez que se les proporciona la posibilidad de formarse, acceder al mercado de trabajo o participar en actividades socialmente útiles, no es un gasto sino una inversión económica y una garantía de estabilidad social. En el estudio se demuestra que la inversión en empleo para personas con discapacidad es rentable, el Estado recoge más de lo invertido en fomento de contratos en el mercado ordinario. Pero incluso en el mercado protegido (centros especiales de empleo) también se recoge una parte notable de la inversión a la vez que se proporcionan alternativas de empleo a personas con mayores dificultades debido al tipo concreto de discapacidad.
"El objetivo es colocar en el frontispicio de las políticas de discapacidad la Convención de la ONU sobre derechos de las personas con discapacidad. Es un objetivo a largo plazo, es una utopía relativa, como diría Albert Camus, es decir, posible, realizable"
Finalmente, la clave quizás esté en la necesidad de potenciar un modelo de derechos humanos, en línea con la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. ¿Supone un objetivo a largo plazo? ¿Están preparados para ello la sociedad española, los dirigentes y el mundo laboral?
Efectivamente el objetivo es colocar en el frontispicio de las políticas de discapacidad la Convención de la ONU sobre derechos de las personas con discapacidad. Es un objetivo a largo plazo, es una utopía relativa, como diría Albert Camus, es decir, posible, realizable. Y sin duda nuestra sociedad está preparada en su conjunto, no en vano llevamos varias décadas de lucha contra la discriminación y contra barreras de todo tipo, muchas de las cuales persisten y persistirán en mucho tiempo. Pero el clima social ha variado y sobre las modestos avances logrados cabe avanzar socialmente. Puede parecer paradójico pero lo cierto es que la mayor individualización de nuestra sociedad no ha frenado el ascenso de los derechos de las personas con diversidad cuya protección ha mejorado.